No descubro nada si digo que soy un gran amante de la Cultura y de todo aquello que resista ser etiquetado como tal. Por eso no creo que sorprenda a nadie si escribo este artículo. Hay cosas que duelen. Y la Cultura en España hoy duele. Mucho.
Y duele porque este país ha demostrado en los últimos años que ni sabe ni quiere entender ni aprovechar la herencia y el potencial cultural que tiene. Una escandalosa y patética falta de aptitud y actitud que ha tenido su máxima y peor expresión en el llamado IVA cultural.
Lo lógico y honesto, siendo un país teóricamente civilizado, con siglos de historia a sus espaldas y con un tesoro cultural como pocos (Inglaterra, Francia, Alemania e Italia) o ningún otro en el mundo, sería presumir y alentar el conocimiento de la contribución española a la Cultura, en todas las Artes y campos que la integran. O incluso utilizarlo como un motor económico y turístico de primera magnitud. Pero no. Oficialmente, esto es, políticamente, se ha decidido en materia de Cultura ningunear el pasado y denigrar el presente quizás con la intención de erradicar el futuro. Sólo así se entiende la situación que atraviesan desde hace años las industrias culturales en España. Un panorama crítico al que han llevado los errores y desaciertos tanto de unos como de otros pero que sólo está en manos de los gobernantes poder solucionar. Y a la vista está lo que hacen...
Yo siempre he creído y apostado por una Cultura que, como "industria", sea lo suficientemente accesible y esté lo suficientemente bien promocionada como para que su subsistencia no tenga que depender de subvenciones ni simpatías políticas. Yo siempre he creído y apostado por una Cultura cuyo acceso a la misma esté condicionado únicamente por la formación intelectual, el gusto individual y el interés personal de cada uno. Yo siempre he creído y apostado por una Cultura que tenga al público como único promotor o censor de cualquier obra y artista. Yo siempre he creído y apostado por una Cultura que tenga en la Ley amparo y no cortapisa. Yo siempre he creído y apostado por una Cultura que hable a personas y no a votantes. Yo siempre he creído y apostado por la Cultura como algo que hay que enseñar a valorar y amar enseñar. Yo siempre he creído y apostado por la Cultura como algo sobre lo que se puede discutir pero no negociar. Yo siempre he creído y apostado por la Cultura como una de las pocas cosas de las que un español podrá siempre presumir. Yo siempre he creído y apostado por la Cultura como un elemento clave para mejorarnos como personas y ciudadanos porque, además de entretener y evadir, consigue algo fundamental en cualquier sociedad pasada, presente y futura: te hace pensar. Te agita la imaginación y te despereza la conciencia.
Por eso, me da pena, me duele y me encabrona profundamente ver cómo está la Cultura en España actualmente. Me duele ver cómo se apoya oficialmente más un partido de fútbol, por ejemplo, que una película o una obra de teatro. O que, si de lo que se trata es de recaudar por aquello de la crisis, se deje inmaculado el obsceno, hueco y multimillonario chanchullo futbolístico mientras se saquea la Cultura, coartando el acceso social a la misma; lo cual conduce a la peligrosa conclusión de que en España se prima aquello que te hace desconectar el cerebro mientras se castiga a lo que te hace usarlo. Igual que me duele que los políticos tengan más prisa y agilidad por salvar a los indecentes bancos que a una industria como la cultural, que dice mucho más y mejor de un país que la cuenta de resultados de una entidad financiera. O que la actitud oficial cuando se piden explicaciones sobre el maltrato a la cultura sea peligrosamente similar a la de un violador que se exculpa diciendo "La culpa la tiene ella que se viste como una puta".
En definitiva, este artículo no va contra nadie porque va contra todos. Contra todos los que, sean políticos o no, han propiciado o decidido lisiar miserablemente la Cultura en España. Por eso, finalizo diciendo que, como español y como persona, quiero a la Cultura. Quiero la Cultura. Quiero Cultura.
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