martes, 8 de octubre de 2013

Cinema Paradiso



“Todo depende de cómo te afecte”- solía decir un amigo.  Me rondan sus palabras como una mosca.
Llevo una vida entera dedicada como espectador al séptimo arte. El cine, una industria cuya materia prima es el tiempo, se mueve con los tiempos que corren. Seamos tópicos. Se trata de una gran ilusión y una gran mentira que algunos necesitamos como el agua, ¡qué nos cuenten historias para no sentirnos incomprendidos en el mundo! Seamos más tópicos, hagamos la pregunta oportuna: ¿Qué no es una gran mentira si nuestros propios ojos nos traicionan?, y ya puestos como diría Groucho; "¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?"  En otras palabras, el buen cine empatiza con el hombre, con el espectador,  miente sin ser capcioso, te arrastra a través del desierto cotidiano en busca de agua ficticia, y cuando bebes el oasis se desvanece pero la sensación queda en la garganta. “Tele-transporte” por un módico precio, o no tan módico, pero que muchas veces vale el derroche.  “El amor es la respuesta, pero mientras esperas la respuesta, el sexo plantea algunas preguntas bastante interesantes”- dice Woody Allen. Acotación anodina en su sentido más literal o íntimo, pero aplicable al cine, (por algo Woody es cineasta). Expresémoslo de otro modo; Algunas películas son amores de verano, otras te enamoran para siempre (de aquí a la eternidad). Las primeras generan meras preguntas, las segundas dudas intemporales, por eso son obras maestras.

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