sábado, 2 de noviembre de 2013

Thor: Brillante oscuridad

Ayer vi Thor: El mundo oscuro, segunda película protagonizada por el célebre dios nórdico (tercera si contamos Los Vengadores). El mejor resumen que se puede decir es que cumple perfectamente la ley de cualquier buena secuela: superar a la precedente. Y eso, teniendo en cuenta que aquella era el Thor de Kenneth Branagh, son palabras mayores. El ritmo, la historia, las interpretaciones, la evolución de los personajes, la potencia visual, el dramatismo, la épica, los efectos especiales, los cameos...todo en The Dark World es claramente superior en cantidad y calidad a la ya de por sí buena primera entrega. Esto dice mucho en favor de su director, Alan Taylor, que debuta en el cine tras su exitoso paso por series como Juego de tronos, Mad Men o Los Soprano. 

Si la primera película consistía en solucionar la duda de si Thor
era digno de su poderoso martillo, ésta aborda el interrogante de si el dios del trueno es digno del trono de Asgard, dado que la cuestión que parece flotar sobre todo el film es hasta dónde estarías dispuesto a llegar por hacer lo necesario. Por eso, Thor: el mundo oscuro sigue profundizando en el viaje iniciático del protagonista aunque, esta vez, enfrentándolo a sucesos y decisiones mucho más duras a raíz de la aparición de un nuevo enemigo, el elfo oscuro Malekith, empeñado en sumir a toda la creación en el vacío primigenio del que él salió. Así, esta película tiene unos niveles de drama y tragedia (muertes incluidas) tan inesperados como interesantes y que suponen una ampliación del mundo interior de Thor paralela a la ampliación del mundo exterior que vemos en la trama. De esta manera, combinando la acción más apabullante con el humor bien dosificado y la hondura emocional de algunas escenas, Thor: The Dark World se revela como noventa minutos de excelente entretenimiento, tanto para los fans de los cómics como los de las películas marvelitas.

Pero esta reseña quedaría incompleta si no hablara del gran
activo de la película y de la historia que nos cuenta. El personaje que roba el show. El tipo que, pese a las cosas que hace (o quizás por eso mismo...), tiene un carisma incontestable: Loki. Simplemente genial, tanto el personaje como Tomm Hiddleston, el actor que lo interpreta (disfrutando de forma evidente). Decir que Loki es lo mejor de la película no es un desprecio ni una locura: es ser honesto.

Por último, redundar en algo que todos los que seguimos las películas de Marvel ya sabemos: Hay escena post-créditos, que indica claramente por dónde van a ir los tiros y cuál será el conflicto central de la futura Los Vengadores 3.

¿Se puede pedir más a esta película? Sinceramente, no. Lo tiene todo.

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