viernes, 22 de noviembre de 2013

PÉRDIDA


El vacío, el vacío que me dejas, que dejas tras de ti, es una herida en el universo.

Hay distintas nostalgias,
Nostalgia de pasado.
Nostalgia de un futuro porvenir.
Pero la ausencia es la más profunda.

Lo malo de pensar es lo impensable,
Es todo aquello que la gente calla.
Lo malo de ceder al pensamiento
Es entender que no todo se entiende.
Que a veces lo que ves es lo que sientes
Sin poder comprender apenas su sentido
Profundo a través del ojo.
Lo malo del razonamiento es su ineficacia
Ante el imposible reto de explicar la realidad.


Acerado por tus ojos

Tus ojos se desangran
Bajo el azul del agua.
Se deslizan y escurren
Bajo la orilla diáfana.
Tus ojos se eternizan,
Alunizan y fluyen
Reflejándose en el fondo de mi alma.

La habitación es una de tantas de hospital, blanca y desoladora. Está sentado mirando a través de la ventana, lleva las zapatillas y el albornoz limpio. A su lado una mujer rubicunda con el pelo teñido de rosa y azul hojea las fotos de una revista hola.
Hola abuelo.
Me mira de soslayo, está de mal humor, supongo que han acabado con la paciencia que tenía almacenada y lista para pasar buenamente el día. 
- ¿Qué tal llevas la tarde abuelo? 
- Mal. 
- ¿Por qué abuelo? 
- Este loro no me deja hacer nada. 
- Jajajaja – Me río. 
- Bueno, pues nos vamos de aquí abuelo. 
- ¿Tú eres el nieto? 
- Sí, ¿y tú? 
- Yo soy Melinda, me ha contratado tu tia para cuidar de tu abuelo. 
- Muy bien, me lo llevo un rato. 
- Está muy nervioso. 
- Cállate loro – contesta mi abuelo. Sonrío, no puedo evitarlo.
Agarro a mi abuelo de un hombro y lo aposento sobre su vehículo de tracción mecánica. Pole position. Arrancamos rápido, buena salida. Tomamos la primera curva justo al salir de la puerta con soltura, hay mucho tráfico sobre la pista pero ruedan a menor velocidad, de hecho está permitido incluso pasear, por lo demás no tienen nuestro coche. El sonido del  motor es ensordecedor, por eso creo que mi abuelo no dice nada, mantiene un tranquilo y placentero silencio en movimiento y adelantando, porque es una pista circular, como las de EE.UU, que gran nación,  y solo cabe una trazada. Hay que dar vueltas cada vez más rápidas, pisar a fondo a medida que nos hacemos con las dimensiones del asfalto, llegar a la curva y reducir un poco pero no demasiado, dejar que los caballos galopen como en aquél anuncio de Repsol IPF, que gran compañía. Al Cesar lo que es del Cesar, ¿verdad abuelo? – le pregunto. Sí – me responde tan bajo, que suena a suspiro, un suspiro hecho de infinitos pensamientos reunidos y sujetos tan solo por un monosílabo.  Arrastro la silla de vuelta a la habitación y le asiento en el sillón bajando el respaldo. 
- ¿Qué tal la tarde abuelo? 
- Mal. 
- ¿Por qué? 
- Ha estado nervioso – Me dice el papagayo. 
- Calla loro – Contesta mi abuelo. Sonrío, no puedo evitarlo.
Entra una enfermera con su bata blanca. Es joven, tendrá mi edad más o menos. 
- Faustino, vamos a echarnos un rato – Exhorta a mi abuelo.
Faustino me mira fijamente y dice: Esta es gilipollas. Me río con ganas. 
- Hay que descansar – repite Írsula, infiero su nombre del cartel que porta orgullosamente en la solapa de su uniforme, como un buen soldado que patrulla sanitarios. 
- Tú eres tonta o qué – Contesta mi abuelo, mientras se aleja del capellán militar con uniforme blanco.
No miro a la enfermera porque me estoy riendo. 
- Yo te ayudo – Digo. 
- Ve Faustino, su nieto le ayuda.  – Repite Irsu. No me gusta su voz, su tono es aún menos  soportable. 
- Porque es mi socio. – Contesta mi abuelo.
Considero que hay poco más que decir, así que me preocupo de acomodarle encima de la cama. Huele a madera, reconozco ese aroma desde que tengo uso de razón. Un olor inhumano a nogal y roble, maderas nobles, ceniza de astillas. Deja un rastro de honradez y santidad a su paso como un fruto en verano. No es magia, uno es lo que es. Algunos incluso son árboles, mi abuelo lo era, un enorme y majestuoso árbol de madera dura.
Enciendo la tele. En la pantalla un loro paupérrimo farfulla palabras sin mostrar ningún género o atisbo de duda: La longevidad de un hombre depende del número de eyaculaciones que ha tenido en su vida. Ancha se acaba de quedar. Longevidad es la que tú te has tragado - pienso. Cambio de canal. Juega el Madrid y no me había enterado.  Dos horas de fútbol blanco como la nieve de la mejor calidad, Zinedine Zidane, mi abuelo y yo absortos frente al televisor, mano a mano, gritando y saltando yo, mi abuelo en silencio, concentrado. Bendito invento capaz de acercarnos a un estadio.  Entra mi hermana en la habitación. 
- Hola Flaus. – dice a su abuelo, y lo besa, acaricia y abraza. 
- Hola curruncha. – Le contesta en un suspiro de dos palabras.
El partido se termina. Mi abuelo se duerme. Le beso y me voy. Sus últimos días…En una habitación blanca y desoladora. – pienso.

Yo me desgañito cuando no me ves
Cuando llora el alma.
Y cierro los ojos
Desde que te vas
Para no ver más
Cuando ya no estás.



Desde tu corazón.
Golpeando en la luz
Llegaste hasta mí,
Perdido en tu pasado,
Deshaciendo las sombras
Que habitan el olvido.
Desde tu corazón
Llegué hasta el mío
Vuelto a contra luz.
Para poder ser yo
Fui a través de ti.

No hay comentarios :

Publicar un comentario