lunes, 23 de diciembre de 2013

12 años de esclavitud, mirar hacia otro lado



12 años de esclavitud, mirar hacia otro lado




Me llama la atención Steve McQueen, el viernes vi Shame y un amigo me envío un sms diciéndome que la disfrutara, porque 12 años de esclavitud su posterior trabajo era una “auténtica mierda”. Sin embargo, pese a crítica tan desalentadora me aventuré. El resultado no fue decepcionante.

Película brutalmente necesaria, documental en clave poética de la miseria humana, sin vendas, sin paliativos.

Reflexión posterior: Somos miserables, el hombre es un ser capaz de lo mejor en contadas y escasísimas ocasiones, pero se mueve a sus anchas en los más bajos fondos. No se trata sólo de nuestra infinita capacidad de autoengaño, nuestra tendencia a ensuciar cualquier atisbo de pureza, acabar con toda inocencia, abrazar ídolos y becerros de oro. No hablo de la hipocresía imperante en las conciencias más distinguidas, (aquellas que portan el estandarte del virtuosismo en clave genética), de la lucha de poder en que convierten cualquier relación los espíritus más débiles, de la animalización constante y sin miramientos, sin falta de pudor para enarbolar la ignorancia cual bandera, del sometimiento hincando las rodillas (ante los vicios que nos evaden de esta mugrienta realidad, ante la imagen del dinero, ante el qué dirán). No, eso son migajas, 72 kilos de algodón, que me llamen moralista, no importa, da igual, aquí no se salva nadie, ni el apuntador, ni la madre que parió a negreros y  amos, (esclavos de su alma infame), ni las víctimas, (porque se condenan igual por su falta de coraje, siempre podían haber hecho más bajo la cámara de McQueen). 

Esta película excava las capas más sutiles del miedo, profundiza en las raíces de un país (reflejo del mundo) en el que impera una doble moral que viene de lejos. Qué le vamos a hacer, somos miserables, frágiles, temblamos ante nuestra mera insignificancia frente a la naturaleza que se alza hermosa y letal, nos aniquila el dolor que portamos como seres limitados, incapaces de heroísmo, de valor, de principios universales de justicia y equidad que nos trasciendan. En definitiva; Sálvese quien pueda, y mira hacia otro lado porque qué coño, el haría lo mismo por proteger su culo, y qué coño esa es la única verdad. (Escena del ahorcamiento: Cámara inmóvil, sin aliento, con un fuera de campo que muestra la indiferencia supina de todos cuanto rodean al ahorcado que aún se aferra a la vida.)

Me dicen en clase, el hombre es feliz haciendo el bien, desdichado en el mal. Los nazis no eran capaces de fusilar a los judíos al principio de la guerra sin sufrir remordimientos, tuvieron que convertir a los judíos en ratas, animalizarlos para aniquilarlos. Eso me dicen.

12 años de esclavitud es una radiografía del hombre y de su humanidad, (falta de humanidad también, como no). Melodrama sin maniqueísmo, (no ha lugar tampoco a la lágrima fácil). Bajo el lirismo atroz que provoca un atardecer que destella plácido, desfilan ahorcamientos, palizas, hombres y mujeres desnudos, amordazados, violados, avasallados, esclavizados, condenados a sobrevivir, (además cruelmente separados de sus seres queridos). En estas circunstancias leer y escribir es un sacrilegio, a la larga paradójica perdición para el esclavo. Este último es un mono incivilizado al que es posible torturar. Dice un sobrecogedor Michael Fassbender: “En Nueva Orleans he visto monos más listos que estos negros” (o algo así), y esta frase lo justifica todo. Violencia física y psicológica a través de la cual construyen su propia identidad los verdugos. “Yo quiero vivir, no sobrevivir”. – Dice un Chiwetel Ejiofor, artista e ingeniero, que es raptado y arrastrado de nuevo a una realidad que le sobrepasa, que se acerca al infierno, años luz de su anterior vida en la que gozaba del amor de una familia y de su libertad. Interpretación memorable, épica, portentosa en fondo y forma (sin heroicidad), en la que deslumbran los matices que recorren un rostro en el que afloran todas las emociones imaginables, en su mayoría desdichadas. 

Me quedo con el momento de la película en el que indios y afroamericanos celebran aquello que les une, que es aquello que a su vez no les pueden arrebatar y les diferencia del colono; sus raíces, lo que les hace únicos.

Elenco de actores geniales; Paul Dano, Brad Pitt, Benedit Cumberbatch, Lupita Nyong’o, etc. Junto a los ya mencionados.

Merece la pena este viaje a un pasado no tan remoto. Por algo para la revista Rolling Stone estamos ante la mejor película del año. Observen y estén atentos, quizá no se sorprendan tanto o quizá sí, quién sabe. 


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