He estado en donde no debía,
En fiestas donde nada festejaba,
Me junté con aquellos que eran distintos,
Intenté adaptarme siempre al paisaje a través de la ventana.
No temí nunca el descubrimiento,
Ni buscar nuevos lenguajes al camino,
Quizás amé demasiados libros,
Algunos dicen que soñé despierto,
Pero dejé a la inspiración crecer conmigo.
Cansado de voces que me escrutaban,
Que no dejaban ser a mi manera,
Barajé bien las cartas,
Recogí mis maletas,
Caminé por girones de acera,
Que me llevaron lejos.
El perro estaba hambriento porque perdió el olfato,
El coche hacía ruido,
El potro estaba cojo,
El tigre de circo se volvió manso.
Colmena de lamentos,
Sudor pesado...
(Ya solo puedo ver,
No siento.
Silencio.
Espacio.
Pero incluso en la huida el libro siempre en mi regazo)
Allí a lo lejos escuché rumor de barco
que me esperaba para llevarme aún más lejos.
Partir.
Cruzar el mar océano.
De voz a voz
Me llega aún su viento de naufragio.
Fue sueño de reposo,
Creció en mí la hiedra, la fe en el sentimiento de ultramar marino,
Mi alma se hizo puño,
Mi corazón lamento.
Intenté poetizarlo todo:
La luz del sol calentaba a los heridos.
Una abuela arropaba a su nieto,
Aquél chiquillo jugaba con su sombra,
Aquél soldado se persignaba ante el espejo.
Pude ver muchas cosas:
Flores en las cornisas,
Patios vacíos,
Ríos que suenan a música,
Manadas de lobos que aullan al silencio.
Y siempre el libro abierto
Mientras la luna inerme se prolongaba lenta en medio de la noche y de los sueños.
Muchas noches cayeron lentamente sobre persiana rota,
Nacieron muchos hijos de camino al hospicio,
(Alguien aún silba en su trabajo
Con una mano a la espalda y la otra en el bolsillo).
Me fumé un cigarrillo, (más de uno),
La longitud del humo me llevaba aún más lejos.
A un paisaje de hielo en donde apenas se caminaba con otros pasos.
En donde los vagabundo se arropaban con plástico.
Descubrí la Hipérvole del estravismo.
Vi pájaros en vuelo, planeando,
Desplegando sus alas fulgurantes,
Como un escudo frente al crepúsculo,
Sus garras como una espada arañaban el cielo.
Continué mi camino,
Entre lagunas y desiertos, descampados.
Jardín de las delicias, espejismos,
Pude sentir las llamas en los dedos,
Susurros en mis labios.
Sin mi, sin ti, sin nada y estar siendo.
Era felicidad, estar soñando,
Con un mundo mejor,
Con aquél beso,
Que acaso me ofrecieron y olvidé.
La luz sobre la piel,
La mar latiendo,
Su espuma entre mis pies llenos de arena.
Es fácil, ya no dolían las suelas,
El aire ya no quemaba.
(Pensé: Esto es felicidad, es estar vivo,
Y vivir sin remedio,
Pero seguir viviendo.
Pienso: El sol me está cubriendo
Y nada puedo hacer salvo abrazarlo).
Aún hoy estoy buscando.
Quizás algún destino.
Aún me quedan palabras que son refugio.
Me hayo todavía en medio de la Península,
Península rota del extravío,
Patagonia del sueño errante.
Y desde la calle del norte hasta el bar de la memoria.
Con suerte o sin suerte,
Seguiré siendo inerme a la gloria.
Un trébol, un corazón, un párpado, un pétalo, una gota, una semilla, un grano, una palabra, algún destino...
Todo eso estoy buscando.
Me he quedado en la orilla desahuciando,
He perdido ese barco, pero vendrá otro,
Contemplo las huellas en la arena,
Los surcos en el mar,
Las estrellas.
La vida nos defrauda,
Bajo el cristal oscuro de las gafas.
Más seguiré buscando e intentaré poetizarlo todo.
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