Multimillonario, atractivo, carismático, visionario, empresario, con un talento increíble para la ingeniería, magnate, propenso a surcar los cielos como ningún otro hombre en su época, no muy estable mentalmente, conquistador voraz de mujeres, admirado y envidiado por igual, brillante y desequilibrado a partes iguales...Podría estar hablando de Tony Stark, alias Iron Man, pero lo cierto es que estoy hablando de Howard Hughes.
Este célebre empresario estadounidense fue bastante famoso en los años 30 y 40 del siglo pasado por sus hitos y escándalos en el mundo empresarial, cinematográfico y sentimental. Tan apasionante fue su vida que el cine no se ha podido resistir a contarla, como ocurrió en 2004 con El aviador, notable película dirigida por el gran Martin Scorsese y protagonizada genialmente por Leonardo DiCaprio (y Cate Blanchett, entre otros). Film que, además de sus evidentes cualidades cinematográficas, ha revelado su habilidad para amenizar parte de un viaje de cinco horas en autobús en pleno agosto a quien esto escribe, lo cual sólo por eso ya es digno de elogio. Pero, bromas aparte, una de las cosas que más me llamó la atención de la película fue que Hughes, además de recordarme por su firme personalidad, carisma y ambición al Howard Roark de El manantial de Ayn Rand, era (por su combinación de dinero, fama, genialidad, inventiva y demonios internos) un auténtico precedente o inspiración para el mayor playboy que ha pisado los
cómics: Tony Stark.
Pensando en ello y consultando en internet sobre este tema, me sorprendió descubrir que Stan Lee, el padre que parió a casi todos los superhéroes de Marvel, admitió en su día que su personaje de Stark/Iron Man estaba inspirado en Howard Hughes, reforzando dicho vínculo con el nombre del padre de Tony Stark: Howard. No obstante, esta relación tan curiosa entre Hughes y Iron Man era algo ya conocido (menos por mí, claro) y se había escrito sobre ello (basta echar un vistazo en Google para comprobarlo). Por eso, esa anécdota no es el objeto de este artículo, sino el pretexto para lanzar al aire dos reflexiones. Primera: cuán injusto es el mundo real que los héroes de ficción nos hacen olvidar o desconocer a los personajes y héroes reales que los inspiraron. Y segunda: qué poderosa es la ficción, la creación que hasta puede sustituir o desplazar la realidad en el imaginario colectivo.
Y para terminar, como seguimos en verano, vaya desde aquí un pasatiempo para quien lo quiera hacer: ¿Qué otros héroes de ficción tienen o podrían tener su inspiración en personas de carne y hueso?
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