Ungido de la urgencia de volar en
la huida,
Del verso sobre el tiempo,
De sueños y de olvidos.
No envidio a aquél que vive
realidades de arena.
No envidio al que se aferra a
materias feroces.
Mi mundo es de espejismo,
De atardecer de algas,
Y a veces en su espuma los caballos
desbocan.
Son crines en la noche que
acribillan mi cielo
Y nace un sol de ocasos no
celestes.
Mi mundo es también eso
Y cada noche esconde remotas
esperanzas.
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