domingo, 1 de diciembre de 2013

"El consejero" o cómo echarse a perder

El consejero es un ejemplo de cómo echarse a perder. Por un lado, la historia que aborda esta película nos muestra a unos personajes que se echan a perder por culpa de hacer tratos/negocios con quien no deben. Por otro, como producto cinematográfico, echa a perder a sí misma, es decir, a su potencial y con él las expectativas que se pudieran tener previamente, hasta el punto de que la valoración de sus partes por separado es (bastante) mejor que el resultado global y final.

Volviendo a la trama, El consejero rota en torno a un abogado al que la codicia condena igual que lo ha hecho a todas las personas que entran a formar parte de su nueva vida, la cual tiene como telón de fondo el cruel, atroz y globalizado mundo del narcotráfico. Paradójicamente, son las malas compañías, los condenados, los ya marcados por el destino quienes dedican más tiempo, palabras y esfuerzos de los necesarios y esperables a advertir y aconsejar (en vano) al abogado sobre el siniestro camino en que ha decidido meterse. Un personaje el del letrado (cuyo anonimato quizás apela a que cualquiera de nosotros puede autodestruirse sin darse cuenta) que parece empeñado en ignorar dos leyes básicas de Murphy. Una: si algo puede salir mal, saldrá mal. Y la otra: Si algo va mal, siempre puede ir a peor. Ésta es una historia de cómo lo malo va a peor, ejemplificado a través del colapso de la mayoría de los personajes que desfilan por sus tramas. Así, el espectador se sienta frente a un relato fronterizo, tanto en lo geográfico como en lo emocional, moral y vital. Una historia seca y áspera como sólo podía esperarse de su
guionista, Cormac McCarthy.

Y es precisamente el guión un buen punto de partida para hablar de cómo El consejero se echa a perder como película propiamente dicha. El libreto de McCarthy, debutante en este aspecto, tiene más de literatura que de cine y eso se nota. Dicho de otra manera, la cabra tira al monte. Así, el guión está trufado de frases o reflexiones (algunas huelen a literario ya sólo por su extensión) que chirrían en la pantalla pero que, leídas/pensadas/recordadas resultan brillantes muchas de ellas. Sentencias como "No hay nada más cruel que un cobarde" o "La verdad no tiene temperatura" y varias más que quedarían genial ilustrando una camiseta (como diría cierto crack) pero que resultan fallidas en pantalla. Primera conclusión: el cine y la literatura tienen distintas narrativas por algo. Por otra parte, los personajes, si bien están muy bien trabajados y definidos sobre el papel (mérito de McCarthy), en pantalla sólo están bien aprovechados y encarnados por unos francamente inspirados Javier Bardem (genial su demencial e indescriptible Reiner) y Brad Pitt. El resto del elenco se limita a cumplir el expediente tirando de oficio, siempre y cuando lo tengas (como Fassbender) o tu oficio no consista en enseñar tu felino palmito (...). Con lo cual, llegamos a la segunda conclusión: no basta con tener un buen personaje, hace falta tener a un buen actor/actriz o, en su defecto, a un buen director que sepa optimizar su reparto. Y así
llegamos al tercer aspecto de por qué El consejero se echa a perder: porque su responsable, el director Ridley Scott no lo ha evitado. Si no, habría corregido sus problemas de ritmo y su exceso de metraje, habría eliminado escenas que no aportan absolutamente nada, habría pulido el guión, habría solventado o suprimido ciertas lagunas y habría dirigido mejor a los actores. Y es una pena porque en los últimos años a Scott le sobran tablas y le falta la brillantez que demostró en sus inicios con joyas como Alien o Blade runnder. ¿Está en declive este director? Quizás. ¿Se le sobrevaloró en el pasado? Puede ser. Lo cierto es que Ridley Scott se limita a hacer lo justo para que la película no saque suspenso. Y eso no es de agradecer: no cuando tienes esa historia y ese reparto. En resumen, tercera conclusión: no hacer nada siempre es mejor que hacer algo mediocre.

Así las cosas, al terminar de ver la película, uno no puede dejar de pensar cuánto de premonitorio había en el diálogo que la inicia:
- ¿Sabes que me has echado a perder?
- Es lo que pretendía.

1 comentario :


  1. Si Rydley Scott firma la dirección y Cormac McCarthy el guión, el resultado no puede ser malo - Pienso. Pues una vez ha recorrido toda la retina, diré que no, que no es malo, para nada malo, que vaya subidón de tinieblas me acabo tragar, que vaya paseo por el lado salvaje, tengo sobredosis de frontera para rato. Me toco el cuello, no sangra, sigo en Madrid, todo en orden, a salvo, no en medio de una ciudad sin ley en donde una vez traspasado el umbral de nada sirve el consejo (siquiera el de un abogado sabio como Machado). Había leído tantas cosas antes de ver, leído tanto antes de sumergirme, tanta cosa… Pero es inevitable, si detrás están Blade Runner, Alien el 8º Pasajero, Gladiator y Thelma y Louis, que te exijan. Es una prerrogativa volver al lugar en donde la realidad fue transfigurada por primera vez.¿Por qué ya no?¿Por qué no nos arrastras hasta el abismo del cinemascope otra vez? ¡Queremos universos de ciencia! ¡Ficción! ¡Aliens!¡Replicantes!¡Mujeres a puntito de saltar al vacío! Bueno, esta vez ha estado muy cerca de sus orígenes, pero que muy cerca. Qué si en dónde se ha dejado el genio Rydley, que si alguna vez tuvo talento este director, que si la película está repleta de diálogos exuberantes y empalagosos que no dicen nada, que no sirven pa na, que al proclamarlos sus protas semejan personajes de feria pagados de sí mismos de una obra de Shakespeare barata, (pero es que McCarthy aunque no es Shakespeare es un grande en esto de juntar palabras), que si Cameron Díaz es la única que merece la pena en todo el metraje, que si ha realizado una interpretación descomunal, más allá de cualquier canon, etc. Pues una vez pasada por el ojo, diré que pamplinas, múltiples pamplinas, a Brian de Palma por esa regla de tres también le pueden acusar de inútil si quieren, si tienes a un escritor de guionista y no quieres diálogos interesantes, profundos, estudiados, apaga y vámonos, que si un actor no puede hablar con criterio desde Shakespeare, pues na, que todo sea fuck you y punto. Y bueno sí, Cameron está como nunca, pero Pitt es la viva encarnación del dandy del narcotráfrico, Bardem se re-inventa de nuevo con un personaje de esos mágicos suyos, eclécticos, viscerales, únicos, Penélope española y beautiful, y Fassbender, el abogado, está en su línea impecable, tan creíble que te arrastra a ciudad Juarez desde la cómoda butaca, y no encuentro a otro actor ni remotamente parecido en el panorama actual. ¿Ha nacido un nuevo Steve Mcqueen? Peliculón señores, peliculón.

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