Ayer estuve viendo La piedra de la
paciencia, la versión cinematográfica de una novela del mismo
nombre, ganadora del premio Goncourt en 2008 y escrita por Atiq Rahimi, que es también el director de la película. Me parece
necesario escribir un post sobre una película que está pasando tan
desapercibida ante el gran público. Yo misma no me enteré de que la
habían estrenado hasta que pasé por delante del Cine Madrigal
(Granada), un pequeño cine a la antigua usanza, inaugurado hace más de 50 años, que consta de una única sala de butacas apretadas y
gallinero en la planta de arriba, y que ya ha acogido en otras
ocasiones largometrajes poco taquilleros pero considerados por la
crítica como pequeñas obras de arte.
La piedra de la paciencia (2012),
protagonizada por Golshifteh Farahani, se ha estrenado en España el
6 de Septiembre de 2013 y cuenta la historia de una mujer en algún
lugar de Afganistán que cuida a su marido en coma en plena
guerrilla, tras haber sido herido en una discusión. Además, tiene
que proteger y alimentar a sus dos hijas. Abrumada por las
responsabilidades y abandonada por la familia del marido, busca ayuda
en su tía, quien le cuenta la leyenda de la piedra de la paciencia (sangue sabur),
un objeto al que le puedes contar todo aquello que no te atreves a
decir a nadie, tus mayores secretos, y que algún día se hará
pedazos para liberarte de la angustia. De esta manera, la
protagonista, cuyo nombre se desconoce, se desahoga con su marido y
le cuenta todo lo que en diez años de matrimonio no ha podido. La
película discurre principalmente como un monólogo, interrumpido en
ciertos puntos por escenas de mayor acción: los ataques de los
soldados, la muerte de los vecinos, los encuentros con su tía y la
aparición de un joven soldado tartamudo.
Golshifteh Farahani realiza una
interpretación brillante, no en vano ha ganado el premio a la mejor
actriz en el Festival Internacional de cine de Gijón, y sorprende
sobre todo por la fuerza de su expresión y el magnetismo de su
mirada. La película también ha ganado el premio Fipresci y el
premio del jurado joven al mejor largometraje.
No podemos dejar pasar la gran carga
crítica que nos trasmite Atiq Rahimi sobre la situación de algunas
mujeres en oriente medio. La subordinación a los hombres y la
familia, la violencia y el menosprecio que sufren en sus manos, el
continuo sentimiento de culpa y la censura, todo ello lo encontramos
en la obra de Rahimi, en la que nos muestra que la falta de libertad
y el arrebato de dignidad está a la orden del día.
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