Sin tregua, así comienza esta
maravillosa e inspirada película; Sin apenas tiempo para que se asiente el espectador. Cita de Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fondo de la noche, que viene a decir algo así como todo es una gran mentira, un viaje al oscuro
interior, una fantasía. La gente continúa entrando en la sala, como siempre
ocurre en estos casos, en cualquier caso, y uno (el que escribe y sus
compañeros de fila y butaca) se tiene que levantar cuando ya se había recostado
en el respaldo, obnubilado ante la colina Janículo, mientras a su vez intenta mantener atento el ojo, no
perderse un attimo del espectro. A lo
lejos, sobre la pantalla, se dibuja un movimiento de cámara sobre la fuente,
tratando de contener por pequeño que sea, ese atisbo de belleza excesiva (la belleza siempre lo es);
Acto seguido comienza la fiesta,
una fiesta espectacularmente filmada a ritmo de Bob Sinclair ("We are the love generation")yRaffaela Carrá (presente desde que tengo uso de razón en la costa del sol y en Italiadesde el inicio de los tiempos), como no podía ser de otro modo, esperpéntica, decadente, (nobleza obliga), en medio de una noche de la era post Berlusconi;
El cine se compone de imágenes,
cada vez tengo más claro que su ámbito competencial no es el de la narración
sino el del deslumbramiento, el color (también blanco y negro), el
expresionismo, la borrachera de los sentidos, el desbordamiento en el tiempo a
través de la superposición de encuadres como olas en un mar de ensueño.(Qué
poético me pongo, pero es así, no sabría expresarlo de otro modo, es un mar en
sí mismo que obnubila, que relaja, que exalta los abotargados miembros, y como
el mar se compone de imagen y sonido, aunque no huela a sal ni a algas, o quizá
sí). El cine es un reflejo del hombre, sus angustias y la época que le ha
tocado vivir, es historia y su espejo.
Puede deformar o no la realidad, puede captar sus sombras y las sombras que
proyectan las creaciones del hombre sobre el mundo, todos aquellos detalles que
a simple vista pasan desapercibidos para el que camina mirando al suelo
los atrapa la cámara, sublima los matices, captura los surcos de un rostro, o
bien a vuelo de pájaro puede ahondar en los paisajes más terrenales, más
irreales, más de otro mundo y más de este, porque el cine es espejismo del
sueño de una mente lúcida y atormentada; el director. Séptimo arte, porque reúne
en mayor o menor medida todas las anteriores. El buen cine es un compendio de dogma y
de inconsciente, de ciencia y de mito, de ficción y de crudo realismo o cruda
realidad.
Por esa razón, y otras que seguro
están ahí y alguien más hábil que yo podría poner sobre la mesa, dejémonos llevar
de la mano de Paolo Sorrentino, sin duda una mano ganadora, con un as por lo menos
de dos cartas, y si la segunda es alta siempre deberíamos apostar. Tirémonos
por el torrente de imágenes en plena eclosión, dejemos la canoa deslizarse
hasta el umbral de la catarata y caigamos en su caleidoscópica mirada a la que
no se le escapa ningún contraste. Es ahí, en la contradicción, en donde surge
el misterio de nuestra naturaleza y su complejidad, tan llena de locura, tan
falta de comprensión. O como dijo Oscar Wilde: "Amad
al arte por sí y entonces todo lo demás se os dará por
añadidura." Y digo yo:Allí
será en donde se dé la comedia y el drama de vuestras vidas, se mezclen la
mundanidad y la espiritualidad de vuestra alma, sepamos vivir, cine siempre, de siempre y para siempre como el que ha logrado Paolo en esta película:
Si Fellini levantara la cabeza
estaría orgulloso. Homenaje a su cine, homenaje al cine.
A Jep
Gambardella, protagonista, dueño y señor en escena
y de la escena, maestro entre los cínicos de la noche pagana, (con permiso de Mastroianni y con algún añito
más, seductor impenitente), ante todo
caballero, novelista por destino, causa-efecto de su sensibilidad (ante la pregunta, ¿qué te gusta más de la
vida? Mis amigos daban siempre la misma respuesta; Los coños, yo en cambio respondía; el olor de la casa
de los abuelos), periodista, autor de una sola novela de innegable calidad,
solo le atañe la fauna romana, se dedicaa explorar la nadería más vacua, aquella que le ayuda a diluir la desesperación
de la existencia, entre copas y estupidez propia (menos) y ajena, de una
sociedad, una fauna más bien, cuya única labor es derrochar su riqueza y
divertirse.
Como bien dice:“Estamos todos al borde de la
desesperación, no tenemos más remedio que hacernos compañía, tomarnos un poco a
broma”:
Pero Roma es Roma y esconde fulgurantes
secretos, más allá de las voces y el mundanal ruido de la fiesta en la que Jep
se erige rey, y una vez ha caído el pesado telón de la mediocridad, surge el guardián que dispone de las llaves de las
princesas(porque es merecedor de su
confianza), y abre cerraduras que llevan a otros mundos majestuosos. Esfera dentro de la esfera, puertas que
abren otras puertas y conducen a estancias de infinita belleza. Más allá de las
noches interminables o bajo la magia de las mañanas teñidas por el recuerdo, (al
borde del Coliseo en donde linda su apartamento), ocurre el milagro de la
belleza y su santidad.
Al final todo se reduce a eso, a
mirar hacia atrás para darse cuenta de que fuimos felices. Existieron fugaces
instantes, únicos y vívidos momentos, dignos espacios en dónde pudimos recrear
toda una vida. Lugares comunes y reconocibles, amaneceres bajo el manto que
deja la fina niebla de lo cotidiano, de lo vulgar al desvanecerse. Fantasía, memoria
y ensueño. Recuerdos en donde si nos queda algo de sensibilidad construiremos
jardines y monumentos, a su alrededor, arriba y abajo, desde el cielo hasta la
tierra. Personas con las que un día nos cruzamos que removieron nuestro
universo interior, palabras digeridas como agua que sació nuestra sed, cálidas madrugadas
sin miedo, noches interminables abrazados al deseo, el roce de unos labios que
se grabaron en nuestra piel, cuerpos que amamos, el mismo repetido, carne que
esculpimos bajo el amor de nuestras manos, nos transportaron a otros mundos, a
esa otra realidad que pertenece a esta misma realidad, y a su vez está fuera y
dentro de nosotros. Ilusiones, mentiras a fin de cuentas, pero cargadas de
verdad, humana verdad que bajo el peso inmisericorde de la belleza, se
convierten en un destello eterno
Es bien sabido que la belleza
provoca admiración y respeto a partes iguales, es capaz de inspirar una novela,
crear una obra de arte o dotar de legitimidad a toda una vida. Poesía, dejémonos
inspirar por la vida cuando la vida se presta a ello. Es más fácil en Roma, la
ciudad eterna. O como diría Henry Miller; hay que darle un sentido a la vida por el
hecho mismo de que la vida carece de sentido.O como se dice en American Beauty;